VALPARAÍSO. «Aún no lo dimensiono y espero no hacerlo», comenta con orgullo la oficial Andrea Castro Rosales, quien tras años de navegación y esfuerzo logró su objetivo.
Ala espera de asumir el mando de su primer buque, la capitán Andrea Castro Rosales se recupera en Valparaíso de una dolencia en sus piernas. Porteña y wanderina, condiciones que asume con orgullo, la primera mujer que alcanza ese grado en la marina mercante nacional repasa lo que ha sido su fructífera trayectoria, que se inició en una compañía emblemática para la ciudad, tanto como el equipo de sus amores.
«Me formé en Southern Ship Management, que fue hasta hace poco parte del Grupo CSAV y era la empresa encargada de administrar los buques de la Compañía Sudamericana de Vapores. En este lugar estuve hasta el 2011 llegando a primer piloto, pasando como segundo y como tercer piloto en la misma compañía», comenta la oriunda del Cerro Playa Ancha, que recuerda con cariño a la empresa en la que navegó sus primeros años.
«Puedo decir que como formación en muchos aspectos me siento orgullosa de haber estado allá. Mi sueño desde que partí estudiando fue navegar en buques de CSAV, por lo que me siento muy contenta de haberlo logrado y de haber navegado con los pioneros, como muchos creo que extrañaremos a tan antigua y emblemática naviera. En lo personal fue mi empresa madre», recuerda la también ingeniera en transportes.
Tras esa experiencia se desembarcó, nació su hija y estudió un magíster de administración y gestión portuaria en la Universidad de Valparaíso. «Paralelamente estuve trabajando en tierra haciendo clases en la Universidad Andrés Bello, en la carrera de Ingeniería en Marina Mercante, además dicté clases en el Centro de Instrucción Marítima (Cimar) y de igual manera en el Instituto Profesional Marfuturo, actualmente el Instituto Profesional Piloto Pardo», repasa la oficial.
Luego de ello dio un paso clave que marcaría su trayectoria, cuando a fines de 2014 volvió a navegar.
«Regresé a los buques para completar mi carrera profesional y sumar tiempo de embarque para capitán de altamar en las naves de la compañía Naviera Magallanes (Navimag), compañía dedicada al transporte de rodados en la zona sur, conectando Puerto Montt, Puerto Natales y Chacabuco», recuerda.
En dicha naviera se desempeña actualmente como primer piloto, destacando el bagaje adquirido al estar sometida a las dificultades que significa navegar por esas aguas. «La experiencia ha sido invaluable, ya que la navegación se efectúa en canales, donde se realizan muchas maniobras de amarre y desatraque, todos los viajes son una experiencia distinta a pesar de la monotonía de la ruta», subraya.
Fue en ese trabajo donde se le dio la posibilidad de hacer el curso para ascender a capitán. «Espero navegar como tal, si Dios lo permite, en un tiempo no muy lejano», remarca, añadiendo al respecto que todavía no percibe el ser la primera mujer capitán de la marina mercante, por más que le falte ese último paso.
«Aún no lo dimensiono y espero no hacerlo. Fui la primera en tener el titulo de tercer piloto en Chile, de igual forma como segundo y como primero, creo que lo más importante es sentirse orgulloso de los méritos propios y de seguir trabajando como hasta ahora lo he hecho», sostiene la porteña que tiene claro su objetivo.
«Espero que el día de mañana me recuerden como buena profesional y como persona, por el aporte entregado a la institución que represento, más que por ser la primera.
En ese mismo punto, recuerda las motivaciones que la llevaron a elegir su camino. «Supongo que la aventura, conocer distintos lugares, los marinos mercantes tenían muchas historias, al menos era eso lo que yo creía (ríe). He ganado hartas historias, anécdotas, he conocido gente de otras partes y lugares, a pesar que hoy por hoy es mucho más difícil salir en los puertos por la lejanía que se encuentran y los tiempos de permanencia de las naves en puerto».
Relata que desenvolverse en un ambiente que hasta hace poco era exclusividad de hombres no ha sido difícil para ella.
«La marina mercante es una institución muy jerarquizada, por lo que el respeto y la obediencia son muy importantes. Por otra parte, la gente siempre fue atenta a ayudarme y no porque era mujer, sino porque estaba aprendiendo como cualquier otro y desde que fui pilotín -se le llama así al oficial de cubierta en instrucción- fue así», subraya la oficial, dejando en claro que también ha sentido el rigor.
«No niego que fue duro, había que demostrar que podía hacer todas las cosas que se realizan a bordo, pero lo más importante es que todo lo que hice, lo hice con humildad, de esa manera aprendí y la gente me valoró. Es importante ser humilde para aprender, al final la gente reconoce eso porque uno como oficial va camino a ser el día de mañana capitán, que es la intención de la mayoría de los que seguimos esta carrera».
Capítulo aparte son las anécdotas. «Han sido hartas», señala la playanchina aunque la que más recuerda es una que vivió a miles de kilómetros de Valparaíso. Fue cuando estaba a bordo del buque de transporte de vehículos Pacific Winner, que conectaba Asia con el Mar Rojo, y países como Arabia Saudita, Djibouti y Jordania.
«Me ocurrió en Jordania que los estibadores y otros empleados de El Aqaba -puerto principal de ese país- quedaron asombrados y admirados de que el buque llevara a bordo un oficial mujer, en ese entonces era segundo piloto. Mis compañeros y amigos cuando la gente preguntaba por mí, les decían que me dejarían allí a cambio de dos lámparas y un camello y que el trato había que cerrarlo con el capitán. Más de alguno quedó interesado en la oferta», confesó.
«La gente siempre fue atenta a ayudarme y no porque era mujer, sino porque estaba aprendiendo como cualquier otro»
Andrea Castro, Oficial de la Marina Mercante»
«No niego que fue duro, había que demostrar que podía hacer todas las cosas que se realizan a bordo, pero lo más importante es que todo lo que hice, lo hice con humildad»
Andrea Castro, Oficial de la Marina Mercante»
Fuente: El Mercurio de Valparaíso
19-03-18
Fotografía: CIMAR. El Mercurio de Valparaíso.